ACTIVIDAD ARDORA



00115732_100logo-FEH_UDDPlanificación de Clase: lunes 27 de Mayo del 2013

Nivel: NB2, 4to año básico                Alumnos: 29              Institución: Liceo Rafael Sotomayor.  Comuna: Las Condes.
Tiempo: 2 Hrs. Pedagógicas (90 min.)                                 Profesora: Consuelo Zavala.
Sector: Lenguaje y Comunicación                           
OAT: Realizar tareas y trabajos de forma rigurosa y perseverante, con el fin de desarrollarlas de manera adecuada a los propósitos de la asignatura
OA: Profundizar su comprensión de las narraciones leídas:
          extrayendo información explícita e implícita
          determinando las consecuencias de hechos o acciones
          describiendo y comparando a los personajes
          describiendo los diferentes ambientes que aparecen en un texto
          reconociendo el problema y la solución en una narración
          expresando opiniones fundamentadas sobre actitudes y acciones de los personajes
          comparando diferentes textos escritos por un mismo autor




Objetivo de Aprendizaje
Aprendizajes de esperados de la clase
Actividades Genéricas
Tiempos


Alumnos identifican y reconocen las características de la leyenda y profundizan en el significado de las palabras desconocidas.  

Los estudiantes  comprenderán el significado de una leyenda y valorarán la importancia del lenguaje oral como medio para comunicarse a través de las generaciones.
 También identificarán las palabras desconocidas y en conjunto se verá el significado para luego realizar una actividad en el programa “Ardora”  que tiene que ver con realizar una sopa de letra con los significados, individualmente.
Finalmente se compartirá el trabajo realizado por los alumnos en conjunto para ver si existe alguna duda y para retroalimentar.

Inicio:
 Durante el inicio, la profesora presentará los objetivos de la clase anotándolos en el pizarrón, (comprender el significado de la leyenda y comprender su vocabulario). Luego comenzará a realizar una serie de preguntas para despertar su curiosidad sobre el tema que verán:
-¿Conocen las araucarias?
-¿Han visto alguna? ¿En qué lugar?
-¿Saben por qué son importantes las araucarias para los mapuche?
-¿Cómo le dicen los mapuche a la araucaria?
-¿Han visto o comido el fruto de la araucaria, llamado piñón?
-¿Qué sabor tiene?
¿Cómo se prepara para comerlo?
 Luego les mostrará la imagen de una araucaria y les preguntará otra serie de preguntas:
-¿Qué observan en la imagen?
-¿De qué creen qué se tratará la leyenda?
-¿Qué es una leyenda?
Con esta última pregunta la profesora debe reforzar con la entrega de contenido sobre la leyenda (su definición y de qué se trata).

Desarrollo:

La profesora le entregará a cada alumno una hoja donde se encontrará  La leyenda del pehuén”. Se leerá la leyenda en conjunto resaltando las palabras que pueden resultar menos comprensibles para los alumnos.

Anclaje:
 Se realizará una actividad del programa “Ardora” en un classmate para cada alumno. Esta actividad consiste en una sopa de letras con las palabras que se resaltaron anteriormente, deben buscar la palabra de acuerdo a la definición y el contexto de la leyenda. 
Cierre:
Para finalizar la profesora concluirá la clase escribiendo el significado de la leyenda en el pizarrón y se revisará en conjunto lo realizado en la sopa de letras de classmate.






Inicio: 15 Min.























Desarrollo:
25 Min.






Anclaje: 35 Min.








Cierre: 15 Min.






Contenidos
Habilidades de Pensamiento

La leyenda


Conocer, Comprender, Inferir, Aplicar, Analizar, Crear.

Sub-contenidos

Materiales

- Lectura de la “Leyenda del Pehuén” para cada alumno.
-Imágenes alusivas de la leyenda y araucaria.
- Classmate para cada alumno.

Leyenda:

-          Definición
-          Características
-          Vocabulario de la leyenda.






Tipo de evaluación:
Modalidad: Classmate
-Instrumento: Sopa de letras.













 SOPA DE LETRAS EN ARDORA


LEYENDA


Hace mucho tiempo el pueblo pehuenche vivía cerca de los bosques de pehuenes o araucarias. Ellos se reunían bajo los pehuenes para rezar, hacer ofrendas y colgar regalos en sus ramas, pero no cosechaban sus frutos, pensando que eran venenosos y no se podían comer.
Un año, el invierno fue muy crudo y duró mucho tiempo. La gente se había quedado sin recursos: los ríos estaban congelados, los pájaros habían emigrado y los árboles esperaban la primavera.
La tierra estaba completamente cubierta de nieve. Muchos de los pehuenches resistían el hambre, pero los niños y los ancianos se estaban muriendo. Nguenechen, el Dios creador, no escuchaba las plegarias. También él parecía dormido.
Entonces, el Lonko, el jefe de la comunidad, decidió que los jóvenes partieran en busca de alimento por todas las regiones vecinas.
Entre los que partieron había un muchacho que empezó a recorrer una región de montañas arenosas y áridas, barridas sin tregua por el viento. Un día, regresaba hambriento y muerto de frío, con las manos vacías y la vergüenza de no haber encontrado nada para llevar a casa.
Repentinamente, un anciano desconocido se puso a su lado.
Caminaron juntos un buen rato y el muchacho le habló de su tribu, de los niños, los enfermos y de los ancianos a los que, tal vez, ya no volvería a ver cuándo regresara. El viejo lo miró con extrañeza y le preguntó:
¿No son suficientemente buenos para ustedes los piñones?
Cuando caen del pehuén ya están maduros, y con una sola piña se alimenta a una familia entera.
 

El muchacho le contestó que siempre habían creído que Nguenechen prohibía comerlos por ser venenosos y que, además, eran muy duros. Entonces el viejo le explicó que era necesario hervir los piñones en mucha agua o tostarlos al fuego. Apenas le hubo dado estas indicaciones, el anciano se alejó y el joven volvió a encontrarse solo.
El muchacho siguió su camino, pensando en lo que había escuchado. Apenas llegó al bosque, buscó bajo los árboles y guardó en su manto todos los frutos que encontró.
Los llevó ante el Lonko y le contó las instrucciones del anciano.
El jefe escuchó atentamente al joven; se quedó un rato en silencio y finalmente dijo: Ese viejo no puede ser otro que Nguenechen, que bajó otra vez para salvarnos. Vamos, no desdeñemos este regalo que nos hace.
La tribu entera participó de los preparativos de la comida. Muchos salieron a buscar más piñones; se acarreó el agua y se encendió el fuego. Después tostaron, hirvieron y comieron los piñones que habían recogido. Fue una fiesta inolvidable. Se dice que, desde ese día, los mapuche que viven junto al árbol del pehuén y que se llaman a sí mismos pehuenche, nunca más pasaron hambre y esperan que nunca tan precioso árbol les sea arrebatado.

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